martes, 11 de marzo de 2008

calma mexicana



Siento insistir con el mismo señor, pero es que estos días estaba escribiendo sobre el nuevo cine mexicano para una revista cultural catalana (no vale hacer autobombo en otras especialidades que no sean la aquí tratada, así que no lo hago) y volví a cruzarme con Carlos Reygadas.

Por un lado, me puse las pilas y vi la que me faltaba, “Japón”, su primera película. Quedé conmocionada. No sé qué me pasó, pero la relación entre ese hombre tan sin consuelo y esa señora tan sabia me tocó profundamente. No sé explicar por qué. Pero hizo click. Algo dentro mío sintonizó con algo de lo que el director quiso decir. O no quiso decir pero dijo.

Es muy difícil conseguir eso. Pensaba que quizá haya que tomarse esto de hacer películas con más calma. Después de todo sólo tiene sentido si conectás realmente con alguien. Y para conectar con alguien habría que estar bastante conectado con uno mismo...

Después de ver la peli, releí entrevistas con Reygadas y otros directores mexicanos. Y me di cuenta de que tienen en común, justamente, eso. La calma. Disfrutan de hacer películas.

"No calculo qué hice y qué se espera de mí. Pienso que mi vida son mis amigos, mis padres, la gente nueva que conozco, mi vida cotidiana, lo que como, lo que veo, lo que leo. Eso es el 98 por ciento de mí. Y luego está la hora de hacer las películas, que lo veo sobre todo como deber personal", dijo Reygadas.

"Trato de hacer las películas para compartir con los demás sentimientos que he tenido. Y cuando ves que alguien se interesa, que alguien se puede identificar con eso es cómo cuando estás teniendo un diálogo con alguien y ves en la cara que te está entendiendo. Es hermoso", añadió.

Hermoso. Deber personal. Calma. Estoy un poco a años luz de todo eso. Pero seguiré buscando...

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